Queridos
Eduardo y Cristina: A propósito de lo expresado por la partida de Alicia, a
quien no conocí pero me bastan las referencias de Uds., les comento que justo
hace pocos días nos tocó vivir de cerca el tema de la muerte. El cuñado de
Mecha hace como 13 años había quedado con hemiplejia y, estos últimos meses, el
cáncer lo fue tomando con todas las complicaciones que esto ha generado: a él
hasta la muerte y a la hermana de Mecha y su familia el sufrimiento diario de
la impotencia frente a algo que no se puede detener.
Llegamos a Artigas para estar en su entierro. Pero sobre
todo acompañar a su compañera de toda la vida. No era creyente, por lo tanto
“no iba a Misa”. Sin embargo como maestro, director e inspector de Primaria se
involucró con todo. También cuando estuvo un tiempo en la Intendencia de
Artigas como director de obras. Rescató plata parada burocráticamente, trabajó
junto a la gente más necesitada, remangándose más de una vez para que tuvieran
cuanto antes algunas mejoras. Era un tipo extrovertido, cantor, animador de
festejos…
Cuando estábamos cerca de la hora de llevarlo al cementerio
apareció una señora que invitó a realizar una oración por él y los familiares.
Leyó un texto típico de estas ocasiones incluyendo dos o tres lecturas
bíblicas, avemarías, padrenuestro, salve … en fin todo con la mejor intención. Después que terminó yo quise dar dos testimonios.
Después de decir que como creyente en la Iglesia compartía
básicamente mucho de lo que habíamos escuchado, di mi primer testimonio: Dios
que es Padre y Madre nos quiere más allá de lo que nosotros podamos imaginar.
He podido experimentar en mil oportunidades en mi vida esa misericordia
maravillosa que da alas a la esperanza de superación. Y que Él nos mostró el
camino: la compasión por los más débiles, buscar la justicia, la verdad, el
perdón. Todo sintetizado en su único mandato: vivir el Amor.
El otro testimonio era sobre mi concuñado. Y quienes lo
conocíamos sabíamos que se ocupó de ayudar a los niños, adolescentes,
estudiantes de magisterio a disipar las tinieblas de la ignorancia con un
compromiso reconocido. Como empleado el tiempo que estuvo en la Intendencia se
la jugó por cumplir con eficiencia el que la gente accediera a una vida más
decorosa. No se llevó un peso, fue transparente en su gestión al punto que
cuando por razones partidarias quisieron que no hiciera determinadas cosas que
eran de servicio público renunció y no tranzó con componendas. Es decir buscó
ser justo y decir la verdad. Y, además, fue un padre cariñoso y vecino querido
y respetado.
En este punto me permití unir los dos testimonios y ahí
dije que cuando iba en el viaje pensé en que no era la mejor oportunidad para
rezar por él precisamente porque nuestro Dios es un Dios de misericordia
infinita que nos prometió llevarnos con Él al final de nuestras vidas, sobre
todo cuando jugamos en su equipo. Así que al contrario, le pedía que ahora que
ya está como más junto a Dios era él que tenía que interceder por los que aún
andamos por este mundo.
Cuando se le quiere expresar a un niño que alguien querido
falleció muchas veces se le dice que en el cielo hay una nueva estrellita. Yo
le pedía que nos ayude a ser estrellas que guiemos a otros por las sendas de la
paz, el compromiso, la misericordia y que cada día vayamos caminando juntos
hacia una aurora que estalle en un sol radiante de un Dios de Amor que nos una
a todos en una felicidad sin final.
De lo dicho a propósito de la muerte de Alicia, me encantó
la “santa indignación” (Batman) que les produce algunas formas de expresión de
cierta llamada iglesia y que no se corresponden con una lectura de la propuesta
de un tal Jesús, mucho más humana, divina y consoladora que tantas oraciones de
castigo. Un abrazo grande.
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