lunes, 14 de agosto de 2017

PASCUA de Dn. Julio BONINO. Obispo de Tacuarembó. Desde su dpto reflexiona Danielo CAL

Desde Tacuarembó, Daniel Cal
Tuve la oportunidad de conocer a Julio en las diferentes facetas de su vida, como pastor de la iglesia en Tacuarembó y Rivera, como referente de la sociedad y a nivel personal, dando en todo un testimonio de compromiso, solidaridad y firmeza, pero con una tremenda sencillez.
Julio era un Obispo cercano, recorrió incansablemente el territorio de toda la Diosesis, con un gran dedicación por construir la unidad de la iglesia a partir de la consulta permanente a las comunidades. No había tema sobre el cual no hablara desde lo que le decían las comunidades.

Julio fue sensible y preocupado por los temas que hacían a las condiciones de vida de la gente, preocupado por los temas del desarrollo, comprometido por los temas del ambiente y en especial por el agua, haciendo del acuífero Guaraní uno de sus compromisos permanentes.
Trabajó por el rescate de la memoria local y regional, reivindicando la presencia guaraní en el territorio y la cultura de la región norte, donde los lugares y la geografía “tienen nombres que no bajaron de los barcos”.
Se comprometió con las situaciones de la sociedad más duras, como fue preocuparse y ocuparse de las personas privadas de libertad, sin ninguna ostentación, con sincero compromiso cristiano.
Fue referente permanente en la vida de Tacuarembó, consultado por instituciones y autoridades, respetado en sus opiniones y posiciones, entre otras cosas por su capacidad de escucha y por tener una gran vocación de construir puentes y aportar al trabajo colectivo, enfrentando los problemas y asumiendo siempre con otros la búsqueda de alternativas. Sin duda la región extrañará su ausencia.
Para quienes tuvimos la oportunidad de estar cerca de Julio conocimos su solidaridad con las situaciones difíciles de las personas, y su cercanía con la gente, por sobre todas las cosas era un buen vecino. Siempre dio cobijo a las situaciones más difíciles, animando y amando a las personas con sinceridad y un inmenso afecto.
Y Julio también fue alguien de familia, su casa siempre estuvo llena de gente, nunca perdió el vínculo con sus afectos familiares en Santa Lucía y en espacial con su hermano Javier, a quien trajo a Tacuarembó cuando fallecieron sus padres integrándolo a su vida y la comunidad.
Sin duda que la partida de Julio deja un vacío, pero por sobre todas las cosas deja un legado a todos los que tuvieron la oportunidad de conocerlo y compartir alguna de las facetas de su vida. Es ahora un momento de tristeza, pero también de recordarlo asumiendo con toda la fuerza y compromiso las enseñanzas y compromisos que Julio tuvo en su vida.


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