domingo, 19 de octubre de 2014

LOMEJORDELASEMANA,según JUANCEJUDO. Hoy viene varios articulos, damos solo este por su importancia

 
Enviado a la página web de Redes Cristianas
Los 50 años perdidos
No se puede entender el alcance de la Asamblea Sinodal del próximo octubre –preparatoria del Sínodo del 2015- si no valoramos lo acontecido en estos 50 últimos años. El período de tiempo habría que anticiparlo a bastantes años antes del concilio Vaticano II (1962), pero abarca en especial los 50 últimos.
Digo esto por varias razones:
1. El Papa invita a todos a ser audaces y creativos. Porque cuando el Papa Francisco en la Gaudium Evangelii dice: “Abandonemos el cómodo criterio pastoral de siempre se ha hecho así. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores en las propias comunidades” (Nº 33), está retomando la primavera interrumpida
del concilio Vaticano II.
2. A la primavera conciliar, siguió la represión y la censura. Porque a la primavera, más breve de lo imaginado, siguió la represión y la censura, tratando de reasegurar todo el campo y semillas del sentir y pensar de la teología tridentina (restauración), desactivando el espíritu y programa renovador del Vaticano II. El concilio había estallado como clamor y reflejo de lo que ya operaba en la Iglesia. Habíamos permanecido, como lo describe el teólogo José Luis Segundo: “Procurando hacer del dogma un remedio contra la aceleración de la historia y sus correspondientes responsabilidades nuevas” (El dogma que libera, Santander, 1989, p. 288).
3. El centralismo absoluto del Papa y de la Curia. Cuando uno analiza lo ocurrido, no puede evitar que le vengan a la mente la experiencia y lacerantes palabras de muchos teólogos, artífices del concilio. Sería interminable, pero me limito a dos testimonios: – “ Todo me sobreviene por haber abordado problemas sin alinearme en el único artículo que quieren imponer al comportamiento de toda la cristiandad y que consiste en : no pensar, no decir nada sino que hay un Papa que lo piensa todo, que dice todo, y respecto al cual toda la cualidad del católico será obedecer… Roma jamás ha buscado ni busca sino una sola cosa: la afirmación de su autoridad” (Ives Congar, Carta a su madre, desde su exilio inglés). -“En la Iglesia actual reina un conservadurismo excesivo que no está de acuerdo con el espíritu del Concilio. Pienso que estamos viviendo el invierno de la Iglesia” (Velasco R., Cfr. Réplica a Ratzinger, DDB, 1986, p.15).
Tras estos textos, se percibe el pesar de ver abandonado el espíritu del Concilio: “Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma , en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad” (Vaticano II, UR, 6).
Reforma que el Papa Francisco se ha propuesto aplicar donde más falta hacía: “Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del Papado” (EG, 14 al 33).
Con el Papa Francisco emerge la esperanza de realizar la reforma eclesial
Fuimos testigos del excepticismo y recelo con que se recibió el nombramiento del nuevo Papa. Pero, pasado un año y medio, es unánime el sentir de que el balance del Papa Francisco es, en este sentido, positivo. El proceso renovador se había mantenido y potenciado, entre otras razones, porque la comunidad eclesial había crecido en madurez y conciencia, en asimilación de una fe más ilustrada y personal, de un pensamiento y acción más autónomos, de una responsabilidad mayor de participación y derechos democráticos. Y un buen número teólogos habían batallado hasta la extenuación por presentar el liberador el proyecto de Jesús de Nazaret: toda teología o es liberadora  o no es teología. Acertadamente escribe el teólogo Marciano Vidal: “ El fenómeno del papa Francisco, sin ser previsible del todo, tiene la garantía de haber sido deseado y pre-sentido, visto como una liberación y como la realización de una promesa” (Exodo, Nº 122).

Un programa innovador: no sólo ha  cambiado la música sino también la letra
Personalmente, y tras leer y reflexionar detenidamente el documento que puede considerarse Programa del Papa Francisco “Gaudii Evangelium (La Alegría del Evangelio), no dudo en afirmar que en él hay un cambio radical de doctrina y también de estructuras, que precisan de tiempo y espacio para irse implantando. Ahora, quien pretenda encomendar al Papa toda la responsabilidad, al estilo antiguo, permitirá que la Iglesia siga siendo autoritaria al máximo, clerical, clasista y discriminatoria.
Al Papa Francisco más que entrar en la Iglesia le preocupa que la  gente llegue a Jesús, lo conozca y crea en él: “Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura  original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre “nueva” (11). Es la eterna novedad del Evangelio.
Con razón, asegura Marciano Vidal que : “El significado del nuevo papado únicamente se entiende si, para ello, se introduce la clave de lectura del Evangelio…Tengo para mí que la gran aportación histórica que traerá –que ya está trayendo– el papa Francisco  es situar el Evangelio  como el eje central  del ministerio petrino. Será –es ya– un papado evangelio-céntrico…Hay, pues, serios motivos  para esperar que haya en el próximo futuro una eclesiología más evangelio-céntrica, una teología pastoral más evangelio-céntrica, una teología espiritual más evangelio-céntrica, una teología moral más evangelio-céntrica” (Cinco claves de lectura del fenómeno eclesial del papa Francisco, Éxodo, nº 122).
El Evangelio de la familia, tema para el Sínodo de 2015
Es, desde lo que llevamos dicho, que se puede mirar y abordar el acontecimiento elegido para el Sínodo del 2015 : “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”. El documento preparatorio, si atendemos al cuestionario enviado y a las respuestas recibidas, se elabora sobre tres puntos fundamentales: – El Evangelio de la Familia hoy. – Situación familiar actual. – Sus desafíos y Propuestas.
La Iglesia católica siempre se ha ocupado de la familia, dándole un puesto prioritario y eminente, por ser núcleo vital de la sociedad y de la comunidad eclesial. Es, dice el Documento, “Parte integrante de su misión”.
Analizado el documento, – que será el Intrumentum Laboris del Sínodo de 2015- me propongo hacer algunas reflexiones.
El Evangelio de la Familia
1.Cristo manfiesta el hombre al propio hombre.
No hay duda de que, como cristianos, la revelación de Dios es para nosotros luz que nos guía en la comprensión de la relación entre el hombre y la mujer, su amor y la fecundidad de esta su relación. Pero, conviene centrar bien la fuente de esta revelación, si es la que debe inspirar y configurar la conducta de quien la sigue. El Vaticano II nos repite que:
- “El misterio del hombre no se aclara de verdad, sino en e en el misterio del Verbo encarnado. Cristo manifiesta el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS, 229. En sintonía perfecta, el Instrumentum Laboris, asume esta verdad: “El fundamento del anuncio de la Iglesia acerca de la familia radica en la predicación y vida de Jesús”. “El amor de Dios resplandece de modo peculiar en la familia de Nazaret, punto de referencia seguro para toda familia. En ella brilla el amor verdadero, al que deben mirar todas nuestras realidades familiares, para obtener luz, fuerza y consolación” .
2. El seguimiento de Jesús, norma para todo cristiano y para todo matrimonio y familia.
Si hemos seguido la trayectoria del Papa Francisco y del texto del Instrumentum Laboris y, anteriormente, del Vaticano II, encontraremos en ellos, la clave que anuncia la más grande y vieja novedad cristiana y que aparece como decisiva para entender la verdad del matrimonio y familia cristianos. Tan importante la considero que, dejando aparte el interés de otros temas, me voy a ceñir a estos dos puntos especiales: Seguimiento de Jesús y Magisterio eclesiástico.
1.La vida de toda persona cristiana tienen co mo cimiento el SEGUIMIENTO DE JESUS.2. El seguimiento de Jesús es para vivir como El y hacer propios su proyecto, valores, opciones y comportamiento. Si alguien piensa que esto resulta genérico e ineficiente, que no sueñe con imprimir a su vida – en el ámbito, estado o situación que sea: varón o mujer, célibe o casado, joven o viejo, solo o comunitario, en privado o público,- una orientación cristiana. Lo que hoy necesitamos, en este Occidente “cristiano”, para una nueva economía y política, para una convivencia más igualitaria, justa y fraterna, para unos matrimonios más estables, responsables y libres, no es un bagaje creciente de conocimientos, experimentos y recursos terapéutico-pedagógicos, –aunque también- sino un cuadro de valores que debieron sernos sagrados e intocables y que hoy se los ha atropellado o diluido en la marea ingobernable del neoliberalismo consumista.
Esos valores atraen a la gente porque le resultan connaturales y le proveen de criterio para actuar en cada momento de su vida. La mejor educación de la sexualidad es la mejor educación de la persona, porque la persona es el sujeto a educar y no la sexualidad. Y la mejor educación cristiana de la persona, -sujeto del matrimonio y familia- es el Evangelio, porque el Evangelio –la vida de Jesús- es el modelo a seguir, por encima de otras instancias, esquemas o inventos doctrinales.
Frente a la simplicidad y seducción del Evangelio, nos hemos entretenido en imponer normas que atemorizaban más que atraían a la gente: “La moral cristiana, recalca de nuevo el Papa Francisco, no es una moral estoica, es más que una ascesis, no es una mera filosofía, ni un catálogo de pecados y errores”, “Sin amor el edificio moral de la Iglesia puede convertirse en un castillo de naipes” (GE, cfr. 25-39).
3. Qué hacer para seguir a Jesús
La lectura directa del Evangelio cuestiona muchas de nuestras formas de entender la vida cristiana. Los evangelistas no pueden ser más claros: hablan de quienes quieran seguir a Jesús y explican qué deben hacer para ello.
Primero, Se trata de abrazar un proyecto que coloca en el centro de la vida los valores por los que Jesús ha luchado y vivido y que, inevitablemente, entrarán en conflicto con los valores de otros proyectos, que supondrán afrontar la incomprensión, la malquerencia, la persecución e incluso la muerte. A Él, esto le supuso la desaprobación y rechazo de los poderes establecidos de su tiempo, civiles y religiosos. Ante ellos, Jesús no fue neutral, hizo públicas sus denuncias, avergonzándoles y reclamándoles un cambio radical. Pero, ellos, impenitentes, decidieron eliminarle.
Segundo, Jesús sabe que a sus seguidores les va tocar actuar en circunstancias parecidas, y se lo deja dicho: “Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío”. Llevar la cruz de Jesús no sobreviene porque Dios exija que le agrademos espiando nuestros pecados con cilicios, maceraciones y sacrificios; ni porque con eso aplaquemos su ira y acumulemos méritos; ni castiguemos y tengamos a raya nuestras pasiones. El Dios de Jesús no es un Dios que habría pedido la inmolación de su Hijo para reparar nuestros pecados y que se recrea con nuestro dolor y sufrimiento. Ese Dios no es el Dios Amor que nos revela Jesús.
Se trata de otra cosa: la cruz, de Él y nuestras, vienen por seguirle, por adoptar su estilo de vida. No hay que buscarlas, vendrán como una consecuencia impuesta por otros: “Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os expulsen y os insulten y propalen mala fama de vosotros por causa de este Hombre. Alegraos ese día” (Lc 6, 22-23).
Tercero, el seguimiento de Jesús tiene sentido porque anunciamos y practicamos un proyecto de convivencia distintos, con unos valores que tocan n lo más genuino del ser humano. Valores que están a la vista en las páginas del Evangelio:
– Dichoso quien escucha el mensaje de Dios y lo cumple.
Amad a Dios con todo el corazón y al prójimo como a vosotros mismos.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten.
No paséis por alto lo más insignificante y os olvidéis de la justicia y del amor.
Atended a cualquier prójimo necesitado con misericordia,
Tened en dicha a los pobres y no a los ricos.
Amad no sólo a los que os quieren sino a vuestros enemigos.
No juzguéis ni condenéis, antes de sacar la mota del ojo ajeno sacad la viga del propio.
El más pequeño entre vosotros ese es el más grande.
Tened limpio todo no sólo lo de fuera.
Rehuid el honor y las reverencias.
No abruméis a los demás con cargas que vosotros no rozáis ni con un dedo,… -
Dicho de otra manera:
1. Todos vosotros sois hermanos y, si hermanos, iguales; y, si iguales, merecedores del mismo trato y amor.
2. El que aspire a ser el mayor, que sea servidor de todos. Que nadie se tenga en más que nadie;la soberanía de quien me sigue está en servir, no en mandar.
3.Los últimos son los primeros. Debéis tener como predilectos a los últimos, ellos son los preferidos de Dios y, para Él, serán los primeros.
4. Hacer un bien a los más pequeños, es como hacerlo a mí mismo. Los pobres son mis vicarios: los que me representan y hacen mis veces.
5.Y la sentencia última de la vida se hará en base a cómo os habéis portado con mis hermanos los más pequeños.
Si esto es lo primero, si de ello vivimos y con ello actuamos, estoy seguro que sabremos aplicarlo en el matrimonio y en la familia y encontrar solución a los problemas y desafíos -matrimoniales y familiares- que en ella se nos vayan planteando.
4.La enseñanza y pautas del Magisterio
Es éste otro punto por el que, según el Documento Preparatorio, llega la manifestación del designio de Dios acerca del matrimonio y de la familia. Y, a decir verdad, el Magisterio eclesiástico ha seguido pegado a esta realidad, acompañándolo con multitud de declaraciones. Sin embargo, en el contenido del cuestionario enviado, este Magisterio se limita con buen sentido a lo enseñado en el Concilio Vaticano II (Documentos) y a otras declaraciones, todas ellas posteriores al concilio.
Seguramente en la mente de los recepcionistas del Cuestionario, ha estado presente la postura de la Iglesia que, hasta las vísperas mismas del concilio, se expresaba con ideas y planteamientos desfasados e inmóviles, reflejo no del Evangelio, sino de paradigmas culturales del pasado. Dichos planteamientos han sonado en la enseñanza de la Iglesia, han llegado a los fieles, no se los ha cumplido mucho en la práctica y serán un plato fuerte para los padres sinodales, que habrán de discernir entre la escucha de las voces del “pueblo de Dios” y el acatamiento de las normas de ese Magisterio.
He tenido oportunidad de ver las respuestas que, sobre el Cuestionario, han enviado a Roma las Conferencias de Alemania, Francia, Bélgica, Suiza y Japón. En el parangón de las respuestas hay diferencias y matices. Pero, respecto a preguntas sobre el conocimiento y aceptación del Magisterio sobre diversos temas, hay una fuerte coincidencia. Me limito a reproducir las respuestas dadas por la Conferencia Episcopal Alemana, indicativa de otras muchas, ya que todas ellas, de una manera u otra, ponen el dedo en la misma llaga.

Primera pregunta: ¿Cuál es el real conocimiento… de la Gaudium et Spes, de la Familiaris Consortio, y de otros documentos del Magisterio post-conciliar sobre el valor de la familia según la Iglesia católica?
Los documentos eclesiales son desconocidos, o conocidos por unos pocos y por lo tanto de poca importancia para la conducta personal. La mayoría de los creyentes piensan que la Iglesia tiene, por un lado, una actitud pro familia, pero por otro lado, posee una moral sexual lejana de la vida real.
Allí donde es conocida la enseñanza de la Iglesia, ésta es aceptada de modo parcial. La idea del matrimonio como sacramento, que comporta la fidelidad y exclusividad del cónyuge, así como la transmisión de la vida, es algo normalmente aceptado por los que se casan en la Iglesia… En cambio, las afirmaciones de la Iglesia sobre las relaciones sexuales prematrimoniales, la homosexualidad, los divorciados vueltos a casar, y el control de la natalidad, son temas que encuentran poquísimos consensos o son rechazados abiertamente.
Segunda pregunta: ¿Es comúnmente aceptado, en cuanto tal, el concepto de ley natural en relación a la unión entre el hombre y la mujer, de parte de los bautizados en general
El concepto de “ley natural” también es familiar para la mayoría de los fieles, pese a que en algunas respuestas, los creyentes rechazaron expresamente responder esta pregunta, diciendo que este concepto les resulta simplemente desconocido. Como resultado, muchos aspectos de la moral sexual de la Iglesia, en particular, las declaraciones del Magisterio respecto a los métodos de anticoncepción y sexualidad extraconyugal no se entienden o no son compartidas por la mayoría de los creyentes. En este contexto, es difícil para la Iglesia explicar su posición tanto respecto al campo de la homosexualidad activa como a los derechos de adopción para las parejas homosexuales.
Tercera pregunta: ¿Es una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular la convivencia ad experimentum? ¿Es posible estimar numéricamente un porcentaje?
-Convivencia prematrimonial, no es solo un tema importante, sino más bien una realidad pastoral generalizada. Casi todas las parejas que piden el matrimonio religioso, ya conviven desde hace años (se estima que va desde el 90% al 100%). Esta realidad es valorada de modo positivo por los católicos, más o menos igual que el conjunto de la población, como lo demuestra una reciente encuesta. También aumentan los matrimonios de parejas que ya tienen hijos. Pero la convivencia no se ve tanto como un “experimento”, sino como un momento normal, una etapa preliminar del matrimonio, que es vivida como la oportunidad de afianzar la relación y en segundo momento contraer matrimonio, si es que la relación es estable…Muchos piensan que el matrimonio, sin una convivencia prematrimonial denota una irresponsabilidad.
-La convivencia de hecho, sin reconocimiento civil o religioso, es un fenómeno en crecimiento. En Alemania, de las parejas heterosexuales, que forman un mismo hogar, en el 2012 , el 87% eran casadas y el 13% eran parejas de hecho . Los católicos en Alemania aceptan, sin mayores problemas, la convivencia de parejas no casadas. En este sentido sólo un 3% asume un estricto rechazo al respecto
-También los separados y divorciados vueltos a casar. En Alemania uno de cada tres matrimonios termina en divorcio, aunque recientemente el número total anual de divorcios va a la baja. Algunos estudios concluyen que los matrimonios de los católicos son un poco más estables que el promedio.
-Los bautizados no viven su situación como una condición irregular. En este contexto, ellos sin duda rechazan los términos “regular” e “irregular”, porque son términos percibidos como marginadores y discriminadores, especialmente respecto a las familias, que de todos modos ya se enfrentan con difíciles condiciones de vida. Ellos juzgan la separación que se ha producido y la creación de una nueva relación como moralmente justificada y, por el contrario, a veces sostienen que sería un pecado permanecer en una relación insostenible.
La mayoría de los católicos, incluso los que viven en un matrimonio intacto, no pueden entender la enseñanza de la Iglesia sobre este punto. Es más, exigen una pastoral basada en el respeto frente al problema de la conciencia del individuo y una actitud misericordiosa en relación al quiebre, que permita un nuevo comienzo y la readmisión a los sacramentos, en particular a la Eucaristía. Ellos, subrayan, que en general, en una nueva relación también se viven los valores cristianos, como el amor, la lealtad, la responsabilidad en la pareja y con sus hijos. La readmisión a los sacramentos es pedida, sobre todo, por los católicos que participan en la vida parroquial.
Cuarta pregunta: ¿Existe en el país una ley civil de reconocimiento de las uniones de personas del mismo sexo equiparadas, de algún modo, al matrimonio?
Desde el año 2000, en Alemania existe el Instituto de Uniones Civiles Registradas, abierto a las parejas del mismo sexo y que en los últimos años han sido casi equiparadas al matrimonio. El derecho de adoptar niños, actualmente está reservado solo para las parejas unidas en matrimonio. En 2012 había 32.000 uniones civiles registradas en Alemania y 17.992.000 parejas casadas.
Los obispos alemanes se han expresado en repetidas ocasiones contra la igualdad jurídica del matrimonio y de las uniones registradas, señalando que el matrimonio tiene una importancia diferente, porque está orientado a la concepción de los hijos y a la formación de una familia y que esto debería estar expresado también en el status jurídico de las respectivas instituciones. En el futuro, se prevé una discusión respecto a si las dos instituciones jurídicas deberían ser transformadas en una única institución: “matrimonio”, abierto ya sea a las parejas heterosexuales como a aquellas homosexuales. Aquí también la Iglesia Católica toma una posición abiertamente negativa y amonestadora, porque ve una equiparación de cosas que “per sé” son diferentes.
En general para los católicos alemanes, la tolerancia y el respeto individual hacia las personas homosexuales es muy importante. En esto, hay una fuerte sintonía con la exhortación que hace el Catecismo de la Iglesia Católica: “Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta…” (n.2358).
En este contexto, existe en los católicos alemanes una clara tendencia a admitir, como un imperativo de justicia, el reconocimiento legal de las uniones homosexuales y la igualdad de trato respecto al matrimonio. En cambio, la apertura del matrimonio, en cuanto tal, a parejas homosexuales, es más bien rechazada. Sin embargo, muchos creen que es justo y positivo ofrecer un rito de bendición a las parejas homosexuales.
Historicidad del Magisterio eclesiástico
Para quienes conocen un poco la historia, no les resultará extraño que las respuestas mantenidas por el Magisterio resulten a muchos de los fieles desconocidas y desatendidas en la práctica, por ser idealistas y alejadas de la realidad. Será seguramente el punto que más discusión suscite en el Sínodo. Por una doble razón: porque se las ha mantenido contra viento y marea, al margen del sentir del pueblo y, en especial, al margen de las búsquedas y propuestas de numerosos teólogos moralistas y pastoralistas, que ya habían formulado antes, durante y después del concilio.
La indiferencia y alejamiento de muchos planteamientos y normas del Magisterio es un hecho evidente y fue enconándose con el paso del tiempo. Obispos, profesores, párrocos, catequistas y demás enseñantes presentaban sus normas como de orden divino, que merecían acatamiento y fidelidad total, a pesar de que hacía tiempo que insignes teólogos y moralistas denunciaban la invalidez de tales normas y la necesidad de un cambio . Estaba en juego no el Evangelio sino unos paradigmas culturales que no expresaban la verdad de esos temas de acuerdo con los nuevos resultados de las ciencias.
El Evangelio es universal, la vida de Jesús nos proporciona principios y valores que valen para todo tiempo, pero al darles encarnación y expresión concretas, resultan relativos y mudables, pues tras una formulación de la Patrística o de la Edad Media , se encuentran presupuestos científicos , antropológicos y filosóficos, cosmológicos, que pueden ignorar o contradecir dimensiones y propiedades del ser humano, que nunca lograremos poseer totalmente. Esta tarea no es ajena al Evangelio, pero no viene descrita por él . Y entonces resulta lógico e inevitable que el Evangelizador, al resolver problemas y situaciones concretas, lo haga con el uso y recursos que le prestan las ciencias humanas, las cuales lejos de sospechar, impedir o negar la fe , le ayudan a explorar ese ámbito de verdad, propio de la inteligencia y del saber humano.
Quiere esto decir que La Iglesia deberá compartir la verdad del Evangelio de la Familia, con la verdad de las Ciencias ya que ellas tienen autonomía y método propio y no deben ser suplantadas por la teología. Es, creo, lo que en los 50 últimos años –colaboración entre las ciencias y la teología- no se ha dado, por considerarse la Iglesia poseedora y portadora de toda verdad.
En medio de los cambios culturales de nuestro tiempo, sería absurdo volver al lenguaje y fórmulas del pasado, aferrándonos a una verdad monolítica, sin atender al contexto actual y a las circunstancias propias de nuestra época y de cada sujeto humano, que marcan el ritmo y grado de su crecimiento: “Más que el temor a equivorcarnos , espero que nos mueva el temor a encerranos en unas estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite: ´Dadles vosotros de comer´” (Mc 6, 37. (EG, Nº 46-49).
  
Eguneratua

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Multimedia


PARTE 1

PARTE 2

Bielli - Bernada