sábado, 15 de marzo de 2014

SEGUIMOS SIN RECIBIRLE por MIGUEL ANGEL MESA



Los suyos seguimos sin recibirle (Salmo 117)

Jesús predicó la Buena Noticia
de la liberación para su pueblo,
pero los poderosos, los sumos sacerdotes
y los maestros de la Ley,
lo consideraron un peligro para su nación
y decidieron asesinarlo.


Ese mismo Evangelio de plenitud,
de luz y de pleno sentido para la vida,
continuamos sin aceptarlo hoy,
principalmente quienes nos consideramos
sus seguidores, los que anunciamos
a bombo y platillo que el Hijo de Dios
es nuestro ideal y nuestro camino.

La piedra que un día despreciaron
los arquitectos de Israel,
debería ser la piedra angular
de nuestro edificio espiritual y vital,
pero desgraciadamente no es así.
Jesús realizó un sinnúmero de signos
que hacían patente la presencia de Dios,
en favor de los más débiles y excluidos.

Hoy, la misma vida de Jesús,
nos invita a realizar milagros cotidianos
para demostrar que el Reino de Dios,
ese otro mundo posible tan anhelado,
está en germen en nuestro mundo,
más aún, dentro de cada uno de nosotros.

Jesús, concédenos de nuevo tu liberación,
regálanos la prosperidad de quien
parte y reparte con los demás
su existencia por mejorar nuestra tierra.
Porque la generosidad es lo que
da consistencia y verdad a toda una vida.

Bendito tú, que llegaste y llegas hoy
en nombre de Dios, tu Abbá querido.

Te damos gracias por tu vida y entrega,
por el ejemplo de tus manos y tu corazón,
por el fuego que prendiste
y del que aún quedan las ascuas encendidas
en tantos hombres y mujeres de buena voluntad.
Tú nos sigues llamando en nuestros días,
desde nuestro hondón personal
y desde el grito, las luchas y las esperanzas
de las víctimas del mundo.

Te dará siempre gracias,
porque tu bondad me persigue como una ola,
porque tu misericordia continúa
seduciéndome para que rompa las cadenas
del miedo y la desesperanza.

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