martes, 31 de diciembre de 2013

JUANJO, SALUDA

Queridos hermanos y amigos:
“Bendito sea Dios que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones…” Sin lugar a dudas, como siempre este ha sido un año de bendiciones del Señor.
En la vida personal de cada uno, aún los momentos aparentemente contradictorios son de vida y bendición “porque todo lo dispone Dios para bien de sus hijos”, dice la Palabra de Dios.
Inicié el año en Uruguay, aportando a la animación de una comunidad parroquial que por su acogida y servicio a tantos caminaba como misionera, creciendo día a día
en sus búsquedas por ser un testimonio cristiano en una sociedad plural, necesitada de caminos de convivencia y encuentro. Siempre en Iglesia, buscando la unidad y complementariedad en signos y gestos concretos…con un espíritu de fraternidad, compromiso, y también celebración de la vida…que tanto bien nos hace. Y juntos, cercanos a los más pobres, brindando lo posible para que la vida sea un poco mejor repartida. Mucho aprendí en este lugar, muchos les debo a mis hermanos y hermanas.
Luego la participación en la Iglesia de Paraguay, desde nuestra parroquia de San Juan Bautista en Lambaré, donde me encontré con una comunidad en camino, con muchos agentes pastorales y vitalidad misionera, comunidades, familias…Allí también caminamos en Iglesia participando en diversas instancias de animación y participación. También pasé por el dengue que Dios me permitió superar (pensar que apenas llegado me quería sumar y sumar a la gente de las comunidades para combatir este flagelo). Allí me enriquecí con su piedad y aprecio por las cosas de Dios.
Y esta sorpresa de Dios que fue la elección de Francisco, para la Iglesia y para el mundo, que aún hoy me emociona al recordarlo. Qué fuerte: un Papa de nuestras Iglesias, de los caminos de la fe de nuestros pueblos, y es como que Dios nos dice: ¡Adelante! Y las sorpresas y bendiciones no paran ahí…Cuantas bendiciones en la vida, la palabra, los gestos del papa Francisco, que airean y oxigenan el mundo…
Y luego para mi vida este nombramiento como pastor de esta Iglesia donde hoy termino este año, con apenas tres meses andados pero que me han permitido apreciar la acogida cariñosa, las muestras de afecto y colaboración, desde los puntos más lejanos, hasta su Iglesia Catedral, con sus picos nevados, su lago color cielo, sus áridos caminos, sus gritos y contradicciones…Bendigo a Dios por su gente, los que con su fe construyen caminos para animar a otros y animarse mutuamente, los que comparten el pan de la solidaridad, en emprendimientos, gestos y actitudes…Bendigo a Dios por quienes construyen con responsabilidad una sociedad con justicia, dignidad para todos, aceptación de lo diverso…Bendigo por la gente buena que construye en silencio y sin ruidos pero que son tan o más imprescindibles que los que son tapa de página: en los parajes, en los barrios, en la ciudad. Bendigo al Señor por consagrados y laicos que desde otras geografías se han sumado a la Iglesia y la ciudad para aportar afectiva y efectivamente.
En todo esto la presencia afectuosa de mi familia y mis amigos y hermanos de la vida, los hermanos de familia claretiana, que siempre estuvieron alentándome, y que como un signo se acercaron en momentos importantes de mi vida para manifestarme todo su amor, hecho apoyo, aliento y comprensión. Estoy convencido que vivo gracias a las personas que me han amado y alentado, ayer y hoy… ¡GRACIAS!

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