ESTANCIA PRESIDENCIAL Anchorena, transformada en unidad productiva, genera riqueza al
Estado
Por primera vez en su historia, pasó a generar riquezas para el
Estado uruguayo
En 2010, llegó el presidente Mujica y tras un brusco viraje
de timón, logró en poco tiempo algo que su antecesor, Tabaré Vázquez,
había bocetado: que la estancia presidencial se transformara por primera
vez en la historia en un predio productivo. Y lo hizo de tal forma que hoy
ha dejado de dar pérdidas para el Estado; es autosustentable y, encima, fruto
de un programa de producción rural que remite entre 25 y 30 mil dólares
mensuales a Presidencia; dinero que a su vez es enviado a financiar uno de
los desvelos del Presidente: el Plan Juntos de vivienda. Pero todo tiene
un inicio. Fue cuando Mujica redactó un decreto por el cual retiraba de la
órbita de la Casa Militar parte de la administración de Anchorena y creó, al
mismo tiempo, la “Unidad Productiva de Bosques y Parques del Establecimiento
Presidencial de Anchorena”. Y pone al frente a una persona de su confianza:
el colono Mario Humberto Vera Díaz, ex vicepresidente del Instituto Nacional
de Colonización. Anchorena sigue teniendo las 1.310 hectáreas de
extensión, pero hay 700 hectáreas para agricultura y un 10% de estas
destinadas a ganadería. Cuando asumió, Mujica mandó vender todo el ganado
Hereford que allí pastaba y con el fruto de esa venta ordenó adquirir
ganado Holando, lechero, con vistas a producir leche y, a futuro,
venderla. Hoy, Anchorena es uno de los remitentes a Conaprole. Se compraron
30 cabezas de Holando. Ya hay cerca de 300 y se aspira a tener 500
vacas. Hay también ovejas de cara mora. Mujica además, con dinero de su
bolsillo, compró un aserradero portátil por un valor de 23.000 dólares que se
usará para hacer tablas para encofrado, indispensables para la construcción y
destinadas también al Plan Juntos. La senadora Lucía Topolansky contó a LA
REPÚBLICA que también se confeccionarán tablas de maderas nobles para
carpintería “porque depende del árbol que se encuentre tirado. No vamos a
usar cedro, por ejemplo, para encofrado”, consideró. Recordó que siempre la
leña se usaba para calefaccionar y cocinar y por ello se pensó en darle
más utilidad que quemarla. “Ahora, además del aserradero portátil, vamos
a comprar una chipeadora para colocar chips en los caminos y evitar
así que se degraden”, contó. La estancia presidencial de Anchorena fue
donada al Estado uruguayo en régimen modal. Esto significa que el predio y
sus instalaciones deben ser ocupadas por el Presidente en cuestión de, por lo
menos, 40 días al año. Es una visita casi obligada a esa quinta maravilla
natural. Y Mujica, Topolansky y la perra Manuela son los únicos que suelen ir
a Anchorena. Pero ellos no se alojan en la casa principal sino que
lo hacen en un pequeña casa lindera “que nosotros llamamos el
hotelito”, confiesa Topolansky. Es lo que sería, o uno intuye que es, la casa
de huéspedes de Anchorena. “Son unas piezas, hay un baño, una cocina y
un comedor. Para nosotros, nos da y nos sobra”. Mujica es el
único presidente que cuando deja el asfalto montevideano y va a los
campos de Colonia no convoca al personal de servicio
dispuesto permanentemente en la estancia, y la estancia no le compra nada
para su sustento alimenticio durante su estadía. “Yo llevo una
heladerita con cosas que compramos acá o en Colonia –cuenta Topolansky-
porque vamos un fin de semana y llevamos todo”. Mario Vera es el
administrador de la estancia; oriundo de Soriano y amigo de Mujica, para más
datos. Cuenta él que la pareja presidencial, cuando llega, “se bajan con sus
bolsitos y cuando se van dejan todo limpio, porque tampoco permiten que les
aseen la casa ni que les laven la ropa. Nada”. La estancia presidencial ha
sido escenario de reuniones de gobierno y de instancias de arduas
negociaciones políticas. Entre los visitantes extranjeros pasaron George W.
Bush, Felipe González y la princesa Ana de Inglaterra. Pero hay alguien
más que en el más absoluto silencio sigue allí casi formando parte del
paisaje que pocos conocen. En la más recóndita profundidad de la torre de
Gaboto, allí donde la luz es ganada por las sombras, Anchorena mandó
construir un sepulcro. Allí yacen sus restos desde el 24 de febrero de 1965,
tal como lo dispuso en su testamento. 40 días al año, el aventurero Aarón
sabe que está acompañado. Un poco de historia Casi todo en su origen es
obra del heredero directo de un visionario argentino que un día pensó que esa
tierra verde y productiva era un buen lugar para invertir, para vivir y para
morir. El Siglo XX recién se estaba desperezando cuando un osado
piloto amateur argentino, perteneciente a una muy acomodada familia
patricia, sobrevoló en un globo aerostático la faja costera del extremo
Sur Oeste uruguayo sin más cometido que hacer de ello un viaje de
placer, rayando con la aventura. Este viajero no iba solo en la nave.
Lo acompañaba alguien con muchas más horas de vuelo que él. Uno era
Aarón de Anchorena. El acompañante experimentado, Jorge Newbery. Iban
montados en la cesta del “Pampero”, nombre del globo del que sería además su
viaje inaugural cuando Anchorena quedó como encandilado con los campos que
abajo se iban abriendo ante sus ojos. “Mirá qué lindo sería comprar esas
tierras”, le gritó a Newbery que estaba a su lado y que, sin dudar, asentó
con su cabeza y le levantó el pulgar en señal de aprobación. El viento que
los impulsaba, que dio el nombre a la nave, se llevó enteritas sus palabras
pero no la idea de comprar esas tierras jugosas que ya se habían encriptado
en sus retinas, en lo que para él era la vecina costa uruguaya. Cuando
retornó a Buenos Aires, Anchorena le comentó a su familia lo visto. No pudo
hacerse de aquellas parcelas pero, a modo de consuelo para el entusiasta
Aarón, la madre le compró unas 11.000 hectáreas en la zona de la
desembocadura del río San Juan en el departamento de Colonia. “Aprovéchalas,
es lo que hay. Pero son tierras muy nobles y algún día serán provechosas”, le
aconsejó la madre con esa aguda mirada a futuro que suelen tener sobre los
hijos y sobre casi
todo.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario