sábado, 19 de enero de 2013

BODAS DE CANA. Comenta Atilano Alaiz.-

2º Dgo. Comentario de Atilano Alaiz, en versión libre resumida.-

   LA  BODA y EL VINO DEL BANQUETE.-

    ...." Juan, al final del relato dice;  " Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos."  El signo es aquella realidad a través de la cual podemos conocer otra realidadque está manifestada o simbolizada en el signo.   ESto significa que para el creyente a quienes van dirigidos los sognos del evangelio, no tienen importancia el hecho de que las narraciones de estos signos sean un recurso literario o reflejen una realidad, ni tampoco los detalles de la narración.   Lo importante es el mensaje que está entrañado en el signo.


         En este caso concreto de las Bodas de Caná tenemos, por una parte la gran mayoría de los convidados,    judíos,  practicantes, y las seis  tinajas vacias,  que simbolizan al pueblo de la Antigua Alianza; por otra,  a  Jesús, María, los apóstoles y el vino nuevo, que simbolizan el Nuevo Pueblo de Dios y y su estilo de vida.  Todo ello supone la oferta de un "vino nuevo en odres nuevos"  .-
        El relato evangélico señala la indiferencia y falta de amor con que vive el pueblo judío su relación con Dios.  Se reduce a ritos vacíos, simbolizados en las tinajas vacías o con agua,  a  formalismos y legalismos fastidiosos,  sin  alegría, simbolizados en la abundancia de agua para lavarse las manos y en la escacés de vino para alegrar el corazón.
        Dios quiere contraer unos nuevos desposorios en la persona de Jesús de Nazaret con un pueblo nuevo, representado en las Bodas por María y los apóstoles.  Un pueblo que, Juan describe, son las diversas comunidades cristianas que viven unidas en un ambiente de banquete festivo en el que abundan los "vinos de solera y manjares suculentos"  el banquete mesiánico.
       El pueblo que encuentra Jesús es un pueblo aburrido,  cumplimentero, ritualista, con una religiosidad muy pobre, contractual, que quiere comprar los favores divinos con ofrendas y plegarias humanas, frente a esta comunidad  aburrida, triste, que vive su religiosidad  como una  obligación, está la Comunidad que instituye Jesús; una Comunidad fraterna, que vive en clima de alegría, "A diario frecuentan el templo en grupos; parten el pan en las casas     y comen alabando al Señor con alegría y sencilléz de corazón, siendo bienvistos por el pueblo" (Hch.2,46-47)
       Con el paso del tiempo, aquel vino abundante con que se celebraban el banquete de Reino se acabó para muchos cristianos y para muchas colectividades eclesiales.   Siguiendo el simbolismo del evangelio, diríamos que hay una cierta manera "aguada" de vivir la vida y, por lo tanto, de  vivir  la  fe.    Los cuatro evangelístas señalan constantemente las formas impropias para un buen "encuentro"  entre Dios y los hombres.   Así por ejemplo señalan la hipocresía de un culto exterior y legalista, el apego a las tradiciones humanas sin tener en cuenta la esencia de la Palabra de Dios que debe ser captada en el espíritu y no en la letra, centralizando en actos de culto, olvidándose de la ley suprema del amor al prójimo,  también es una religión aguada la que se contenta con rezar, dar limosnas soslayando el imprescindible dfeber de la justicia, o la que se cimienta sobre el culto a la personalidad  y el autoritarismo religioso, olvidando que la utoridad es un servicio a la comunidad y que el único Señor es Jesucristo, a quién se le debe fidelidad absoluta.
    En el Concilio, cambió de nuevo el agua de una religiosidad moralística ceñuda, rutinaria en vino de entusiasmo, de generosidad, de fraternidad.     Pero algunos aún como ocurre siempre, no se han enterado que hay vino nuevo en sus mesas, vino exquisito guardado en las bodegas del Evangelio.
   Este relato de las Bodas implica una serie de de mensajes, en primer lugar,que sin  aquella comunidad inicial de Jesus con los suyos no hubiera habido fiesta de bodas.   Sin  comunidad,  no puede haber banquete del ReinoEl Señor quiere recrear su IGLESIA, quiere crear comunidades nuevas, jubilosas, animosas, contagiosas en las que se encarne el misterio de la Iglesia, y quiere para ello,  contar  con  nosotros.  Jesús se desposa con la "comunidad" como si fuera una sola persona.
   Los cristianos pecamos por no tener experincia de sentirnos apasionadamente amados por el Señor, de otro modo, nos sentiríamos arrebatados por un amor agradecido y desinteresado.   Si tengo una fuerte experiencia de ser amado.¿ cómo voy a corresponder con cumplimientos tacaños, ritualistas y cicateros.  Muchos cristianos necesitamos que Jesús repita en nuestras vidas el milagro de Caná, que cambie el agua de la  vulgaridad , la rutina y desgano, en vino generoso del Espíritu que nos vuelva "ebrios de Dios" hasta causar asombro como los apóstoles el día de Pentecostés (Hchs.2,13)   Necesitamos pasar del apagamiento al entusiasmo, vivir místicamente la fe de Jesús.  L languidez, la desgana, la mediocridad no tienen nada que ver con la fe de Jesús.   El ángel echa en cara a la comunidad de Éfeso;  "Conozco tus obras, tu constancia y tus fatigas..,..pero tengo esto en contra tí;  Has perdido el amor del Principio" (Ap. 2,4)
   El ambiente comunitario ha de ser festivo,  recordando  que la "amistad es una fiesta" ese clima es una exigencia esencial de sabernos amados por el Señor.!!!
         (versión libre del comentario de Atilano Alaíz, por Edo. Bernadá)

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